Revista Viajero Nro. 110 - Octubre de 2016




Sueño de primavera

Aquí estoy contemplando el cielo,
me lleno de vida y de paz mirando
hacia todos lados, el cielo tan celeste
tan limpio, tan puro, siento paz.
Miro hacia el norte, veo ríos, rocas;
Miro hacia el este, veo sierras, flores;
miro hacia el oeste, veo arboles;
miro hacia el sur, veo volar las aves.
Me lleno de vida y paz, cierro los ojos;
oigo el rumor de los ríos pasando lento
y apacible entre las rocas, sin detenerse nunca.
Siento la suave brisa del viento, el rumor de los
árboles, ciprés, álamos, siento el aroma de
las flores silvestres, siento el trinar de los pájaros.
Me lleno de vida y paz, aquí estoy sentada sobre
una roca, junto al rio, contemplando todos los
colores naturales, maravillosos que nos da
la madre naturaleza. Parece un sueño, pero
no; no es un sueño, es realidad. Aquí estoy
llena de vida y paz, de aromas, colores
y la suave brisa del viento.
¡Qué más le puedo pedir a la vida!

Marta María Nastaly




Blancos, tan dóciles

Somos parte del pasado. Este beso
que te doy, esta forma en que te miro,
la levedad de tu mano tomando la mía…,
todo es ya parte del pasado; como tu voz
que me atraviesa y se pierde, trivial,
en la brisa que turba el sosiego del jardín.
Es que así sucedemos, mi vida, fugaces
y superfluos, como la sombra de un grillo.

Ese beso que no nos dimos…

Ese beso que no nos dimos
podría haber ganado, ¡estoy convencido!,
un concurso de besos. Sin embargo,
lo dejamos ir, soberbios, como si anduviesen
sobrando besos de esa clase. Ahora, como quien
suelta en una plaza un globo inflado con gas,
ya alejados de la dulce amenaza de aquel mimo,
Seguro volveremos, a desgano, eso sí,
sin convicción, a malograrnos en besos
y caricias vulgares, aunque añorando, claro,
los tensos instantes en que, embozados,
nos espiábamos las bocas, intentando adivinar
Cómo sería darnos ese beso.

César Bandin Ron




A mi madre

Ven para aca, me dijo dulcemente mi madre,
cierto día.
Aun me parece escuchar en el ambiente su voz,
de celeste melodía.

Ven y dime ¿Qué causa tan extraña te arrancan
esas lágrimas, hijo mio?
Que cuelgan de tus trémulas pestañas
como gotas cuajadas de rocío

Tu tienes una pena, y me lo ocultas,
¿No sabes que la madre más sencilla,
sabe leer en el alma de sus hijos,
Como tú en la cartilla?

Amelia Paccaloni (90 años)




Primavera

He olvidado la expresión de alegría. Detrás de un sueño se ha marchado. Agobio,  desdén y frío por doquier hallo. Como el ardiente febo daña mis días, persigo sombras donde guarecerme y encontrar respiro. Desojada flora cubrió mi planicie de acolchadas hojas. Pero el intenso viento, no deja mi huella observar ni yacer en ellas.Y un pesar profundo donde en invierno, gélidas ventiscas cubrieron mi suelo de heladas mañanas. Dónde se ha perdido esa primavera. Yo sigo esperando que logre mi vida poder rehacer. Necesito de ágiles y robustas raíces, que impulsen incipientes retoños de brillos profundos; formando mi base donde avanzar, retomando el camino y así, tal vez, reencontrar mi sueño perdido.

Luis 528