Revista Viajero Nro. 113 - Febrero de 2017


Detrás de mí

Me quedé parada detrás del universo
Un gesto impreciso como una mueca
Sonreía haciendo un esfuerzo.

Qué pasará si el caminar se hace lento? 
Podré ver las rosas abrirse en llanto
o veré los árboles vibrar alegres con el viento.

Qué quieta es la tarde en mis ojos tristes
Qué tenue la noche si estoy contigo
Qué raíz me hunde hasta mis anhelos

Mis historias se encuentran para confundirme
Pero si me quedo quieta parada tras el universo
tu voz se me acerca y desliza mis sentidos

Y entonces voy a aquel lugar
en que te encuentro
Y mi alma ríe.

Lirey







Olvidado

He olvidado la expresión de alegría, 
detrás de un sueño se ha marchado. 
Agobio, desdén y frío, por doquier halló, 
mi verano de ardiente febo. 
Irradio mis días de buscadas sombras
donde guarecerme y encontrar respiro.   
Desojada flora el otoño cubrió mi planicie
de acolchadas hojas. 
Mas luego el intenso viento, no permite
mi huella observar ni yacer en ellas.    
Y pesar profundo en invierno,
donde gélidas ventiscas
cubrieron mi suelo de heladas mañanas.   
Dónde se ha perdido esa primavera. 
Yo sigo esperando
que logre mi vida poder rehacer. 
Necesito de robustas y ágiles raíces
que impulsen incipientes retoños
de brillos profundos,
formando mi base donde avanzar,
retomando el camino. 
y así tal vez reencontrar mi sueño perdido.

Luis 528




Vivencias de un semestre

Nacen muros donde deben nacer caminos, hiela el silencio como estanque de agua fría, perecen las agujas del reloj, frío, tieso, inerte.
El tiempo solapea la llegada, en el umbral detenido. No lo alcanzo.
Convierte en arcilla cada fragmento del suelo inestable, pantanoso.
Tosca morada, pedestal de todas mis posesiones que sostiene el alma fantasmal  convertida en tu sombra, y te miro, y te observo, te siento sin sentirte al otro lado del muro, al otro lado de la arcilla del suelo, al opuesto de las ilusiones, del odio, de la muerte.
A lo lejos, tan cerca, que puedo sentir el aroma de tu piel...
Los besos son de aire, y las sábanas únicamente envuelven mi figura.
Me reprocho el paso del tiempo, la detención del reloj que he matado con la lucidez de mi arrogancia, reprocho el cerrar del puño por no atreverse a tomar lo que era mío, reprocho los besos que mordí en los labios mientras te pertenecían, reprocho la timidez que pisoteó el amor sin intentar manifestarlo.
Reprocho volver a la vida en regazo de tu deseo para soltarla nuevamente.
Y me reprocho no intentar una vez más buscar en la oscuridad, en el silencio, en la memoria y en el olvido, las vivencias de un semestre en que fuimos uno, para afirmarlas en el futuro, en el desierto donde aun me haces falta, en el que solo encuentro camino de arena resbaladizo de pasos inseguros, un arroyo imaginario de agua cristalina, espejismo  que no sacia la sed.
Falta tu mano, que conduzca  la firmeza  al andar errante y solitario.
Falta tu ser, el agua que condiciona mi cuerpo para conquistar la vida.

Vivian Cast




La ansiedad

La ansiedad es difícil de controlar.
Y suele ser molesto para los demás.
La ansiedad te apura; y suele ser una verdadera tortura.
Pero tiene su lado bueno.
Te mantiene alerta a cada sonido, movimiento o cosa.
Te hace pensar a mil por hora y te mantiene en constante movimiento.
Yo doy mi ejemplo, ahora mismo mientras pienso y escribo en mi cabeza suenan muchas de mis canciones favoritas, especialmente las que llevo escuchando desde las tres de la tarde, ahora son las ocho treinta;  para que se den una idea.
Mi pie se mueve al son de varias canciones.
Estoy tan ansiosa por encontrar la palabra correcta para escribir que si vieran el escrito original, el papel, sin acentos, con mala ortografía y caligrafía, se sorprenderían de lo mal escrito que está.
Yo afirmo, y sé que otros lo dirían de mí, soy una persona ansiosa.
Ahora dime ¿Qué hay de ti? 

Sol Rodriguez




Más allá del canto constelado
Inspirado en el eterno CANTO de PABLO NERUDA
Hoy me siento poeta
y si mi ESPÍRITU me acompaña
poeta YO SOY,
poeta del ALMA.

Que tan pronta renace
acariciando su DIVINA MEMORIA,
alzándose alta, toma el vuelo sagrado,
saliendo de la oscura sombra.

Recordando la PROFUNDA NATURALEZA,
de la montaña, del verde, del aire,
de los párpados, en gozosa contemplación, cerrados
y del corazón abierto completamente enamorado.

Y porque TÚ y YO cambiamos,
nos fuimos hacia otro espacio,
un espacio REALMENTE ILUMINADO.

¡Oh, MI AMOR, AMOR ETERNO!
AMOR QUE RENACE,
AMOR DULCEMENTE CONSAGRADO.

¡OH, DIVINO CREADOR!
me has hecho ETERNA
porque contigo no termino en mí misma,
sino que sigo más allá del CANTO CONSTELADO.

Erika Luz de Dios




El árbol

No recuerdo un tiempo sin el árbol y, sin embargo, mi hijo dice que no estaba allí cuando nos mudamos a esta casa. Fue hace mucho y mi memoria no es la mejor de mis habilidades, si es que tengo alguna, pero estoy seguro, podría afirmar sin sombra duda que el árbol sí estaba. Mi hijo era pequeño en ese entonces y probablemente no reparó en el árbol. Podría decir que tal vez el árbol también estaba creciendo pero lo cierto es que siempre lo recuerdo de la misma altura. Siempre lo he podido ver desde mi estudio, allí donde escribo los libros que unos pocos leen y que son suficientes para una vida sin preocupaciones. Mi hijo ya no vive conmigo y mi esposa murió hace muchos años.
¿Qué es el tiempo para un viejo? Aún escribo a mano y observo al árbol mientras tanto. Sus ramas se extienden trazando dibujos en el cielo. Cuando yo me haya ido, él árbol seguirá aquí y mi hijo heredará esta casa y si no la vende, seguirá viendolo.
No sé qué pensar al respecto. Quizás en este asunto yace una historia, quizás no. Hablar del árbol para hablar de mí o para hablar de mi vida o de la vida de cualquiera de nosotros. Un destino común o un fruto que parece tentarnos en una semblanza evidente. Pero las páginas vienen de residuos de árboles como este y contar su historia sería algo casi incestuoso. No tengo compasión por el árbol, como él no la tiene por mí. Pero ambos guardamos secretos. Bajo su sombra está enterrada mi esposa. Ya nunca digo su nombre. Si fuera una de mis historias, evocaría una sorpresa culminando estas líneas con una confesión que cualquier lector pudo haber intuido: yo maté a mi esposa. Pero no lo hice. Los finales de un hecho tan simple como este, también son simples. La muerte, la tragedia, la inexistencia de mi mismo, imaginarlo todo, el poder mágico del árbol son ramificaciones que cualquier contador de historias puede entregar. Pero no hay nada de eso aquí, no busco nada al dejar estas reflexiones, tampoco deseo la simpatía de un improbable lector. Es que los viejos solo pensamos y recordamos. Y a veces cuando mi hijo vuelve a casa, hablamos junto al árbol y siento que algo de mi está vivo y la casa no parece tan antigua.
Pero aquí todo es antiguo. Demasiado.
Excepto por el árbol, él siempre ha estado aquí. Y la distancia entre el tiempo y la eternidad es lo que construye la primavera de este espacio.

Alejandro Bentivoglio